Aunque con un poco de retraso, quiero desearos a vosotros, los lectores de este blog, una feliz Navidad y un próspero año nuevo.
Hemos pasado un año duro, y no me refiero únicamente a la sempiterna crisis económica que parece no tener fin, si no a las dificultades a las que la eficiencia energética ha tenido que hacer frente y que han provenido de diversos y variados sectores.
Por un lado comenzamos el año con la noticia del retraso en la entrada en vigor de la certificación energética, lo que fue recibido con resignación por el sector. La posterior entrada en vigor el 1 de junio de 2013 trajo consigo la aparición de los denominados "certificados energéticos basura", que ofrecidos a precios de saldo solo consiguen una muy baja calificación energética (normalmente la peor, es decir, la G), inferior siempre a la que le correspondería a ese inmueble. Las energías renovables siguen con su particular travesía del desierto: otro año más de parón (sigue sin poderse conectar ninguna instalación nueva), de nuevos recortes en las primas (ni se sabe cuantos llevamos ya) y donde se ha conseguido prácticamente reducir el autoconsumo energético a una utopía. Si las energías limpias siguen en caída libre, la tan esperada reforma energética del Gobierno ha sido lo de siempre: un cúmulo de acciones aisladas sin ninguna coherencia que ha conseguido poner en pié de guerra a todo el mundo. Para terminar el año, no sabemos aún a que precio pagaremos la electricidad a partir del 1 de enero de 2014, tras la decisión del Ejecutivo de anular la última subasta CESUR del año al verse indicios de fraude.
Como veis, son muchos los motivos de queja y pocas las alegrías en un sector que todavía sigue considerándose clave para que España pueda salir de la crisis.
Confío en que lo peor ya ha pasado y que lo que vendrá solo será positivo. Mientras espero que ésto ocurra os deseo a vosotros y a vuestros seres queridos una muy feliz Navidad.